2006-01-20 Cómo Vivieron Los Rehenes Las Dramáticas 7 Horas En El Banco
ASALTO EN ACASSUSO : EN EL INTERIOR DE LA SUCURSAL DEL RIO HUBO TENSION, TEMOR, LAGRIMAS Y DESCONCIERTO
Hubo conductas previsibles y otras sorprendentes. Todo, en un relato detallado.
Cuando un hombre apoyó el caño de una pistola en la mejilla de una empleada, muchos en el banco recién se dieron cuenta de que cuatro ladrones habían tomado por asalto la sucursal. Rápidamente, los encapuchados llevaron a la mujer directo hasta la puerta de la sala desde donde se controlan el circuito de cámaras del lugar y las alarmas. Así obligaron a salir al policía que estaba adentro.
Esto sucedió minutos después de las 12.20 del viernes pasado. En ese momento todos los presentes pensaron que se trataba de un robo relámpago. Pero, en realidad, era el comienzo de las siete horas que duró "el golpe más audaz de la historia".
"Entraron a cara descubierta, pero enseguida tres de ellos se pusieron pasamontañas. Ahí se vivió uno de los momentos de más tensión, porque un ladrón tomó a una empleada por la espalda y le apuntó con un arma en la cara. Recién cuando el policía salió de la sala y entregó su pistola, el asaltante soltó a la joven. Antes de salir, el agente había apretado el pulsador de la alarma que dio el alerta en la central policial de la zona". Eso pasó en los primeros minutos del golpe, según explicó a Clarín una persona que conversó durante algunas horas con varios de los rehenes.
Mientras eso sucedía en la planta baja, en el primer piso donde están las cajas de atención al público todo seguía funcionando: aunque se escuchaban ruidos y gritos pocos frecuentes, la mayoría pensó que se trataba de un cliente que se había enojado.
En pocos segundos, los ladrones corrieron las lentes de algunas cámaras de seguridad y las dejaron apuntando en dirección al techo. Después se dividieron: uno de los hombres subió al primer piso, otro bajó al subsuelo (allí están las cajas de seguridad) y así todos los que estaban en el banco fueron dominados.
"Los ladrones tenían entre 30 y 40 años. En todo momento los cuatro mostraron mucho profesionalismo. Estaban tranquilos y trataban bien a los rehenes. Sabían que el policía antes de salir de la sala de seguridad había accionado la alarma y esperaron con calma que lleguen los patrulleros", detalló la fuente.
Una parte de los rehenes (14 clientes y 9 empleados) fueron encerrados en el primer piso y otra parte en la planta baja. A ninguno le sacaron el teléfono celular. A dos de los empleados, se los llevaron al subsuelo.
"Apenas bajaron al sector de las cajas de seguridad, los ladrones empezaron a abrir los cofres. Los dos rehenes quedaron a un costado, mirando. Creen que fueron llevados hasta allí para obligarlos a colaborar si se encontraban con algún obstáculo imprevisto, o un dispositivo de seguridad que desconocieran. Unas dos horas después fueron llevados con el resto de la gente", relató.
Para abrir las cajas los ladrones usaron un expansor (una especie de criquet que usan los chapistas para enderezar los autos chocados). Uno de los extremos lo apoyaban en la pared opuesta a la caja y el otro en la cerradura del cofre. De esta manera rompían las tapas de las cajas y las vaciaban.
"Como para usar el expansor los ladrones necesitaban hacer tope, las cajas que vaciaron por completo fueron las del sector 7 y 8 que son las más grandes y están cerca de la pared. Los que están en los sectores medios no las tocaron porque no podían abrirlas", resaltó el informante.
Mientras los ladrones en el subsuelo no dejaban de trabajar, la manzana ya estaba rodeada por más de 200 agentes de la Policía Bonaerense y uno de los asaltantes negociaba con total tranquilidad con un mediador del Grupo Halcón y con el fiscal del caso. Los rehenes estaba desconcertados porque nadie los controlaba, aunque por temor ninguno se movía del lugar que les asignaron los asaltantes.
"Los rehenes estaban en oficinas, aunque nadie se animó a fijarse si habían cerrado las puertas con llave. Tenían miedo de salir y encontrarse con un ladrón. Todos obedecían las ordenes de los asaltantes. El mejor ejemplo de ésto es que un hombre estuvo más de dos horas parado en un pasillo porque los ladrones se olvidaron de ubicarlo; de los nervios, no se movió de ese lugar", dijo la fuente.
Cerca de las 3 de la tarde fueron liberados los primeros rehenes. En un principio los elegidos fueron el policía y uno de los vigiladores (había dos) de la empresa Prosegur. Pero uno de los ladrones notó que un empleado del banco estaba muy nervioso, al borde de las lágrimas, y entonces le dijo: "vos también andate que estás muy asustado".
Luego de liberar a las primeras tres personas, llegaron las pizzas y las gaseosas pedidas por el negociador. Los asaltantes se las entregaron a sus rehenes, pero ellos, por desconfianza, no tocaron nada. A medida que pasaban las horas, el susto de los rehenes iba en aumento y no sabían en qué zona del banco estaban los ladrones. Pero nadie se animaba a salir a ver qué sucedía. Afuera, la Policía ya no tenía ningún contacto con los asaltantes.
"Después de las 16, los rehenes empezaron a llamar a sus familiares por celular. Los que estaban en el primer piso decían una cosa y los de la planta baja, otra. Estas comunicaciones generaban mucha confusión a los investigadores ya que ellos intuían que los asaltantes se habían escapado, pero había rehenes que informaban que estaban en el subsuelo", relató la fuente.
Finalmente a las 19.15, unos cincuenta hombres del Grupo Halcón entraron al banco. Obligaron a tirarse a todos los rehenes al piso. Luego fueron revisados uno por uno. Con mucha violencia les pisaban la espalda y los palpaban para asegurarse de que nadie estuviese armado. "Los asaltantes nos trataron mejor que los policías del Grupo Halcón", describió una empleada.
Después, todos fueron subidos a un micro de la línea 133, donde médicos y psicólogos los atendieron. Allí estuvieron hasta las 21 respondiendo todo tipo de preguntas. "En el micro todos fuimos tratados como sospechosos, nos hacían preguntas para sacarnos de mentira verdad", le dijo una de las personas a la fuente. Más tarde, la Policía los llevó al bar que está a una cuadra del banco. Allí les dieron de tomar en vasos descartables café y gaseosas y para comer, sánguches y brownies. Uno de los jóvenes estaba muy nervioso y se había orinado encima.
