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Flora y Fauna
Los embalsados tienen origen en los camalotes, sobre cuyo entretejido vegetal se deposita tierra aportada por el viento y arrastrada en suspensión por el agua formando así una primera capa que posibilita el arraigo y crecimiento de distintas especies de planta, incluso árboles. Constituyen por lo tanto verdaderas .costas flotantes., sus desprendimientos dan lugar a islas flotantes cuyos movimientos son dirigidos por el viento y las corrientes. Como decíamos, en los sectores más firmes pueden incluso sostener vegetación arbórea (laurel, ceibo, curupí) aunque las asociaciones de pajas son ampliamente dominantes (totora, pehuajó, espadaña, paja brava y otras).
Los esteros de este sistema son característicos y ocupan grandes extensiones. Son un depósito de agua estancada, con una profundidad que varía entre 1 y 3 metros, cubierto por una cantidad de plantas acuáticas, que surgen muchas veces desde su fondo, con pajonales en los bordes; o bien son formaciones flotantes que ocultan la superficie del agua como los embalsados y los camalotales. Estos últimos se forman en los esteros y en las orillas de ríos y lagunas. Están compuestos por plantas flotantes como el aguapé, irupé, el repollito y la lentejas de agua.
Otro de los ambientes geográficos propios de la región lo constituyen los bañados formados por la acumulación temporaria de agua, que cubre la superficie de las zonas más bajas en las épocas de lluvias abundantes. El agua se escurre hacia los arroyos temporarios o es absorbida por el suelo, queda solo en las lagunas permanentes, en los lugares más profundos. Cuando ocupa bajos casi planos que dificultan el drenaje normal dan lugar a la formación de un mal piso conocido localmente como malezal.
Desde el punto de vista fitogeográfico tres provincias botánicas abrazan el sistema: el espinal (distrito del Ñandubay) desde el sur; el Chaco Oriental por el oeste (con quebrachal y algarrobales, palmares, sabanas y esteros) y la provincia Paranaense (con selvas mixtas y .campos.) por el norte. Por tal circunstancia es posible hallar entre sus brumosos límites formaciones florísticas tan diversas como camalotales, juncales y embalsados, dentro de las comunidades acuáticas; palmares de yatay o palma colorada, selvas en galerías e isletas de bosques higrófilo (que tiene la posibilidad de absorber y exhalar humedad) con elementos del Chaco Oriental y la selva misionera, (lapacho negro, higuerón, urunday, viraró, timbó, laurel negro, quebracho blanco, guaviyú, etc.) dentro de las comunidades arbóreas y pastizales, cardazales y pajonales, dentro de las terrestres y palustres.
En general, sobre la superficie, de las aguas, se pueden ver: irupés o nenúfares, camalotes, lentejas, repollitos, lirios y jacintos de agua y helechos pequeños. Sobre el embalsado, pajonales achiras, yuyales y pequeños árboles de suelos húmedos como los sarandíes, laureles, y el pehuajó o totora grande. En las islas se observan algunas especies agrupadas en cierto número, como, por ejemplo, de ombúes, hierba gigante, a la que se la considera originaria del Iberá y en las costas del estero se encuentran: jacarandáes y lapachos, ceibos y sauces, curupíes y timbóes, guayabíes y urundays, espinillos, etc.
Entre las palmeras son comunes las yatay, pindó y caranday.
A esta rica variedad de hábitat como es de esperar corresponde un extraordinario elenco faunístico, que integran mamíferos, aves, reptiles, batracios, peces y también insectos. Claro, que por encima de cualquier estimación cuantitativa lo más destacable es, que entre las especies habitantes del Iberá, figuran varias en peligro de extinción que merecen protección.
En cuanto a la fauna merecen citarse los yacarés, el negro de hocico angosto y el ñato u overo de hocico ancho; la boa del agua o curiyú; el lobito de río, el coipo parecido a la nutria; el carpincho, que es el mayor roedor viviente; el ciervo de los pantanos, uno de los ciervos autóctonos más bellos del país, el osito lavador o aguará popé; el lobo de crin o aguará guazú; corzuela roja y parda; monos carayás o aulladores; gato de los pajonales y monteses; zorros grises chicos; zorrinos; además de hurones, comadrejas, liebres, vizcachas; armadillo negro o tatú, peludos, mulitas, cuises, ratones de campo, tucu-tucos y lagarto overo; lagartijas, tortugas, boa de las vizcacheras, ñacaniná, boa constrictora; víboras de coral, cascabel, yarará, etc.
Se pueden observar también centenares de especies de aves, su abundancia y colorido, atraen inmediatamente la atención de quien visita este lugar.
Inmensos cardúmenes de pequeños peces ocupan las múltiples posibilidades que ofrece el ambiente.
También se encuentran tarariras. anguilas, palometas o pirañas, bogas, sábalos, bagres, dientudos, etc.
Al caer la noche resalta en el ambiente la actividad de los anfibios, entre ellos, los hilidos y el gran sapo buey o cururu y finalmente no podemos dejar de hacer referencia a las multicolores mariposas entre las que se pueden identificar las morpho.
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